El Museu de l'humor, al Palacio de Congresos

El Semanario alemán “Mallorca Zeitung” publica un extenso reportaje basado en doce propuestas u opiniones sobre lo que se debería hacer con el palacio de Congresos actualmente en construcción en Palma. Pep Roig, promotor del fallido Museu de l’Humor a Mallorca es uno de los consultados. Por cuestiones lógicas de espacio, el “Zeitung” muestra un breve resumen de lo que opinó Pep. A continuación, todo lo que dijo

“Al Museu de l’Humor, por ahora, le bastaría una casita de aperos en el solar que quedaría si derribaran el palacio de congresos

A los políticos no les interesan los proyectos a largo plazo, sino los que duran un día para salir en la foto

 A sabiendas de que tener ideas y proponerlas es causar un problema, especialmente a los políticos con cargo y mando, hace cinco años presentamos el proyecto de creación del Museu de l’Humor en Mallorca. La idea fue muy bien recibida, tanto que cualquier otro con menos experiencia se hubiera creído la lluvia de promesas que la propuesta causó.

 El problema es que la idea es crear un ente sin fecha de caducidad, cuando lo que interesa a los políticos es todo aquello que se pueda inaugurar, fotografiar y olvidar en un solo día.

 Otro problema es que nadie parece entender el plan. Todos hablan de edificios, de dinero, pero nadie habla de comprensión. No entienden que se trata de un proyecto a desarrollar, que no se trata únicamente de exponer el material sino de buscarlo, recopilarlo, estudiarlo y preservarlo. Es decir, que no se pierda en cajones, desvanes o cubos de basura. Que para empezar nos bastaría un pequeño espacio para ir guardando las cosas, pero siempre con la perspectiva de ir creciendo a medida que sea posible y el contenido lo requiera,

 No se trata de una colección limitada solo a la producción local, sino que tenemos propuestas de ámbito internacional. Tampoco se trata de crear “el museo de la risa” como dicen algunos, porque la risa solo es parte del humor; o el humor es algo más que la risa, puesto que forma parte sustancial de nuestra manera de ser.

 El Museu de l’humor no solo quiere ser un espacio cerrado para exhibir o guardar, sino muy participativo y en permanente evolución, y que además de una entidad cultural local también lo sea como parte de la oferta turística cultural, como lo demuestra los múltiples museos de humor en múltiples ciudades del mundo.

 Pero para que eso sea posible, además de la aportación económica, es preciso una gran dosis de interés por parte de quien puede hacerlo posible. 

 Posiblemente el fracaso de nuestra propuesta es la falta de habilidad y la negación firme a adular al político de turno. Entre otras cosas porque no pedimos nada, sino que ofrecemos un servicio público de interés general.

  

-¿Cabría, el Museu de l’Humor, en el palacio de congresos, aunque fuera en la casita del perro?   

En la casita del perro, aunque todavía disponemos de poco material, no cabría, pero se podría ir ampliando. De todas maneras, lo que debería hacerse con ese mamotreto, inútil y caro, es derribarlo por completo y aprovechar el solar que quede y los escombros que más o menos se puedan reciclar, para ir construyendo la sede del Museu de l’Humor, a partir de una especie de casita de aperos, que se fuera ampliando hasta convertirse en el mayor y más importante del mundo, teniendo en cuenta que disponemos del ofrecimiento de humoristas de muchas partes del mundo. El problema es que esa decisión precisa de la decisión coherente de los políticos, y esa coherencia no existe. La prueba es que se ha empezado a construir el palacio de congresos cuarenta años tarde y que no se sabe qué hacer con él, si derribarlo o que se pudra por propia inercia y quede para exhibición pública de un error, lo mismo que cuando en la edad media se exhibían los cadáveres descuartizados de los delincuentes o de los personajes molestos  para la poderosa oligarquía dominante, más o menos lo que está pasando ahora, pero más sutilmente”