domingo, 17 de mayo de 2015

Democracia a todo volumen, en domingo por la mañana


A media mañana del domingo, de repente, una música a todo volumen entró en mi casa. Como todavía sufro el síndrome de vecinos ruidosos, de cuando vivía en Palma, horrorizado pensé que alguno, el escandaloso más recalcitrante, se había mudado a Inca. ¿Será el alemán que nos daba la tabarra musical a partir de las cuatro de la madrugada?, temí.
 Pero no. Eran los técnicos de sonido que en la plaza ponían a punto los aparatos para que los asistentes (y los que no, también) al mitin del partido organizador pudieran escuchar lo que ya se sabía que iban a decir los políticos disertantes. 
 Ya se sabe como se las gastan los técnicos de sonido, poniendo a punto los altavoces: ¡Si, eh, si, ah! ¡Si, si, eh, si, ah!... y así todo el rato que haga falta, pero a toda pastilla, para que se note lo expertos que son en eso del “ruidaje” propagado; y más si se trata de expandir el democrático mensaje de la manera radial más extensa posible, para que el discurso llega a todos de la manera más cómoda posible, incluso estando sentado en el sillón favorito de tu casa, o en la taza del inodoro, que también es símbolo de comodidad y progreso.
 Los discursos empezaron en el instante en que mi familia e invitados empezábamos a comer en casa. Hubo que cerrar puertas y ventanas, y no porque despreciáramos la democrática e inflamada plática política, sino para que nos pudiéramos entender los que en la mesa estábamos. Pensé en salir y pedirles que gritaran más flojito, pero, seguro, que se me habría malinterpretado.
 Como eso se va a repetir, ruego moderación sónica. Total, ya se sabe que los mítines para muy poco valen.   


Pep Roig (“Última Hora-Domingo” 15-05-15)  

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